sábado, 21 de abril de 2007

Sangrías

I


Mírame
No te niegues

Arrastra las cuatro puntas de la puerta

Desclávalas

Rechina el aire

Abre el hueco
Que no te aplaquen los alfileres en las sienes
ni la enfermedad de un virus
trizándote los huesos

secreto veneno que cimbra tu espalda
que como el goteo del silencio
se acrecienta

y aún cuando el dolor pudiera ser música
no te detengas

gime la tensión violenta del cuerpo
cautivo en un trazo
que jala la línea del verso

Levanta las uñas
Arranca la puerta

y mírame

con esos ojos
que son tan negros
que no miran

Revienta las sombras

Revienta

porque si descuidas
te desgarro en el piso
te revuelco de angustia
y te amarro al poema

Entrevista al editor Andres C



Adriana Tafoya en el Club Bonfer

domingo, 15 de abril de 2007

Barro tibio

Animales seniles

XII


Cuánta belleza carga Susana
es difícil decidir de sus reflejos el más bello

Un hueco, la cavidad de la voz
el arco del pie
la luna del dedo

Su piel es espuma de nata
su vello, una sombra al carboncillo

Regreso para besarla

Camina con la canasta seca de las frutas
que sostiene el teclado de sus dedos
y un teñido vestido
con la fresca tinta de las frambuesas
vaporoso la envuelve

Bella es Susana
le lagrimean los cabellos

Pero se traga el viento las hojas
y caen muy delgadas las aguas

El fruto es la unidad de lo finito
y los pájaros de tan maduros revientan

Se guarda Susana
y tiene miedo

presiente rostros oscuros y añejados
como aceitunas negras
se abriga de soledad
en el recipiente de su casa
escucha resuellos, murmuraciones

el sonido es el golpe de la violencia de las cosas

Grita, insulta
pero la palabra sólo rasguña

Siente que un mar sucio, espeso
la rodea, la aprieta

lame las lunas de sus uñas

le pasa el dedo por la planta del pie

la manosea
con numerosas manos la unta
con la tintura de un sexo
que se vuelve una bestia
de ojos cuajados

Un racimo de testículos
la aporrea, le rellena la boca

Ella, se calla (enmudece)

(No hay nada más frío que las claras yemas de una novia)

Susana es un arroyuelo de cabello

Los ancianos le miran
y son verrugas hinchadas de malicia


Para besarla ya no regreso

Susana se deshace
y desaparece

El tableteo de la sátira

I

Suelto cabriolas desgreñadas
sobre las alfombras del paisaje
arqueo mi cuerpo
rodeado de ciruelas, crisantemos
un morado de flores resecas
y el mordaz sabor de los arándanos

busco camorra
salto
arranco cerezas
desangro ramos
en el vello de la tierra
crecen dedos suculentos
los corto de un tajo
caen los dedos
y aún en el suelo
se agitan
con el ahogo del llanto

troncho los fetos recién florecen
mato los pájaros


II


Jadea el viento
se inflaman las mareas
el mar mortecino
se moldea en azulado abismo
suelo comerme las sirenas
sirenas rojas enroscadas en las costa
de escamas sombrías como las ojeras
las arrastro lejos de la cueva de los sátiros
al vapor negro de las sombras
donde el musgo es
de mojado tabaco
se desangrarán docenas de ellas
quedarán secas
disecadas por el viento
condenadas a quebrarse
al quebranto sobre la sucia tierra


III

Yo la pequeña y dulce cara de niño
soy la dama de espesas crines
una cabeza en la ventana
de carne y pelos
la miel de la piedra soy
el sátiro
y la vellosidad hiriente
de todos ellos

el vaivén de los perros sobre las caderas
los lengüetazos
perros y sus testículos golpeando
entre las patas

aún no hay música para mi canto
aún no hay flores para mi boca
ni laúd ni ocarina ni arpa
soy un violín de gruñidos oxidados
creo en el silencio
vivir bajo el tablero
en espera de la nueva guerra


IV


Se descarna la mañana
y de pronto me encuentro sin memoria
sólo oro quemado
ante las arrugas del cielo
se me rompen los pasos
como las tostadas hojas
de los árboles muertos

nada sabrán sobre mi
no sabrá nadie sobre mi sexo
aunque todos lo conocieron
en esta tierra manchada con excrementos
de las moscas
todo lo que olvidamos
nos hace existir menos
todo lo que se olvida
nos hace existir menos
menos soy
cuando menos recuerdos tengo
soy menos
cuando menos recuerdo

no recuerdo soy menos

no recuerdo

Todo lo que fui se esconde bajo las hojas

Ana

Animales seniles
XX


Mis ojos tuertos ardorosos y las voces sus prodigios, la muerte se llevó mi seno, mis senos, la muerte succionó mis senos, succionó mi seno y lo engulló como una enorme yema de huevo, mira que me evaporo, pero camino dulce los pechos espontáneos y estoy paralizada, por dónde te abordo anciana, si no te amo y hay que cuidarte, mermo, te succiono te bebo, como beber de un pozo de agua caliente, me pides maquillarte dormida, acojinarte los algodones nasales, podría ser algodón de azúcar, ponerte el vestido blanco con broches, el tocado suave, tejida la zapatilla blanca, pero me pides maquillarte dormida Ana, llenarte la nariz de algodón de azúcar, la jícara, Ana, llenarla con vinagre y cebolla, bajo la caja, me pregunto por qué si no quiero tengo que velarte, cerrar tus tijeras como piernas abiertas y secarte el sudor bajo los senos, el sudor sobre tus pezones, par de gotas dilatadas, tomarte Ana, el cuerpo frágil de carne transparente, torneado de bordes delicados, doblarte, depositarte con cuidado en tu caja, Ana, eres un vestido, un labial, un perfume, una cama, qué sola estás entre tantos hombres, duerme Ana duerme que el dolor te acompaña, me pides que te quiera, ¿cómo quererte si te mueres?, ¿cómo quererte si me espantas?, ¿cómo me acerco al guacal que eres?, cómo amarte, Ana, si estás vieja, acabada, y me besas, besas mis ancianas, todas las ancianas y sus bocas, pero el prejuicio como el dictamen de la supervivencia; lo descubres, me descubres, terciopelos no palpados, me miras, Ana, embárrate del mundo, Ana, una vez te grité te estás ganando el asilo, Ana, pero debo tomarte con cuidado, acurrucarte entre las piedras, el cuerpo sin zapatos, las manos entre gasas, niña anciana, el bisturí el resorte, vístete de novia anciana, un vestido blanco, calado con broches, cuerpo despojado de sus movimientos, acurrucado entre las piedras, cuerpo sin zapatos, Ana, serpiente de piel vieja, carne agua, agua carne, espiral, remolino, feto. No puedo amarte, Ana, sólo te beso, besarte Ana besarte sólo puedo cantarte hasta que te vayas. Duerme Ana duerme, que el dolor te acompaña, dolor de los parásitos, bautizarte con tu bacinica despostillada, el orín de los muertos, el excremento del atropellado, con tu cabeza abierta como la urna de los secretos, qué sola, Ana, y te enlodo los pies, te empapo las manos de aceite aderezado, de agria manteca de cerdo con pulpa seca para que no te vayas, Ana, el jugo que sale de tu caja, dolor de gato bajo tierra Ana dolor a boca abierta Ana no llores Ana que te diluyes llorando Ana, como el aleteo de un puño de pájaros bajo la alfombra.