jueves, 11 de marzo de 2010

El derrumbe de las Ofelias

Desconfía

que tan importante es el silencio

que necesario es no callar

Del chapoteo de los lagos

desconfía, del murmullo de los ríos

del reflejo débil de los charcos

Porque mujeres extrañas

se sumergen en los mares

y en cada estanque la silueta

de alguna Ella

se encharcó

No son hierbas negras

los cabellos desmadejándose

entre nenúfares enmarañados

Son cabelleras destejiéndose en encaje

como viejas telas en el agua

Extrañas mujeres se ahogan en los estanques

y bajo narcisos, reposan

Sus cabellos en el agua se derriten

Se sumergen, tal vez

cuando el mundo

se hace incomprensible

y buscan respuestas tragando agua

Luego

sucede lo contrario

y con sus cuerpos nutren de sabiduría

al pájaro, dan color a sus plumas

al siervo que lame estas aguas, al hombre

que en ellas se refleja

Desconfía, porque ellas endulzan el agua

Se nutren las flores

enrojecen sus pétalos

ennegreciendo los capullos

se endurecen

ensombran el aguaje

huele

a hembras

Algunos creen, incluso, que se vencen

y flotan sobre el agua

sólo para verse hermosas

Sus pechos en el agua, qué delicia

verlas de dios esconderse

entregadas al sueño del agua

abren las piernas

y dios (desconfía)

no las protege

no las olvida

Porque dios no fue creado para las mujeres

Y eso es tan natural como hundirse en el mar

para ver desde el fondo

piezas de ajedrez revueltas

en el puñetazo de una ola

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