domingo, 1 de marzo de 2015

"Parábolas del equilibrio" o siguiendo el rizado curso de la incertidumbre para entintar la emocion contenida


Por Armando Alanís Pulido

Tafoya, Adriana. "Parábolas del equilibrio", Sikore Ediciones, 2015.
• Memoria

Una manera de florecer temerariamente es iniciar el acto amoroso rezando un novenario infinito y pidiéndole piedad al futuro, Adriana, cual sacerdotisa lo recomienda, celebra a la pala
bra y nos purifica, ruega con sus textos por nosotros, nos perdona todo, luego indaga en el canto y es su salmodia una caja musical mordaz y cruda, única en su indagación porque además de perseverar en el lenguaje mismo, define que su actitud afilada ante el texto más allá de trascender una emergencia personal ofrece a quien lee, el descubrimiento de una nueva coincidencia, entonces y solo entonces Bienaventurados los lectores que son capaces de mantener una fe resuelta en el valor de estos poemas que nos nivelan, porque todo es memoria y ya después de asumirse infectados vendrá el paisaje sagrado, es decir, el deleite, el impacto.

2.Conciencia

Tafoya se las arregla bien para arrancarle a la confrontación mística sus aires subversivos porque entiende que vigilar significados no solo implica indagaciones en las raíces de la conciencia, si no también habitar la indefensión frente al ojo interior que todo lo contempla y que todo lo traduce, y en su recorrido por caminos sinuosos e insinuantes se derrama en los límites de la realidad, Adriana cambia (o invierte) las voces por los colores y en el corazón de la noche (o del día) es la portadora de un mensaje que nos dicta al oído, el mensaje es ese poema que solo se escucha cuando se amay en su infeccioso amor por la poesía tampoco le teme a la marginal transparencia de las flores, porque es perversamente cariñosa cuando estas le dictan las minúsculas muertes que aquí nos traduce.

3.Percepción

Encuentro en estas parábolas episodios que ofrecen las condiciones necesarias para revitalizar el júbilo, el placer, episodios que nos indican que actitud tomar cuando depositemos las ofrendas necesarias a los que ya se fueron y a los que no se quieren ir, episodios que nos dan la confianza justa antes de propinarle una buena mordida a los sueños que a veces no nos abrazan.

Encuentro en estas parábolas, que soy una posibilidad más, encuentro, porque me asumo como un condenado a soñar: Equilibrio.


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