jueves, 16 de julio de 2009

Nuevo poemario

Recién salido de la caba poética, esta selección de Adriana Tafoya, que incluye una serie de sus poemas más provocativos, la presenta en edición especial, el poeta y editor Mario Islasáinz que ha emprendido la dura tarea de compendiar, en una colección, a 50 poetas que desde su punto de vista editorial dan frescura a la poesía mexicana actual.




Ediciones Pasto Verde
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De gira por Oaxca

Adriana Tafoya presente en Hacedores de la palabra


domingo, 12 de julio de 2009

Adriana Tafoya en Acapulco

*
*



17 y 18 de JULIO
ACAPULCO, GUERRERO

Viernes 17 de julio
14:00 hrs. INAUGURACIÓN

14:20 hrs. Lectura de narrativa
Sede: Casona de Juárez
Carlos Velázquez
Norma Quevedo
Franco Félix
Alonso Guzmán
Maribel Castorena
Modera: Iris García

Ø 15:30 hrs. Lectura de poesía
Sede: Casona de Juárez
Adriana Tafoya
Alí Calderón
Hugo Plascencia
José Manchégora
Emilio Frosel
Cecilia Juárez
Modera: Carlos Ortiz

Ø 17:00 hrs. Mesa de análisis sobre narrativa joven
Sede: Casona de Juárez
Daniel Espartaco
Iris García
Gabriela Conde
René López Villamar
Modera: Gabriel Brito

Ø 18:30 hrs. Presentación del libro La biblia vaquera
Sede: Casona de Juárez
Autor: Carlos Velázquez
Comentan: Ángel Carlos Sánchez, Paúl Medrano y Jorge Mendoza
Modera: Edgar Pérez

Ø 19:30 hrs. Lectura de poesía
Sede: Casona de Juárez
Leonardo Martínez
Maricela Guerrero
Iván cruz
Eric Escobedo
Carlos Cabrera
Modera: Úlber Sánchez

Ø 21:30 hrs. Lectura de narrativa
Sede: Bar del Puerto
Laura Zuñiga
Gabriela Conde
Daniel Espartaco
Franco Félix
Mauricio Salvador
Modera: Salvador Calva

Ø 22:30 hrs. Lectura de poesía
Sede: Bar del Puerto
Luis Paniagua
Andrés Cisneros
Jaír Cortés
César Silva
Rodrigo Castillo
Modera: Jesús Bartolo

Ø 23:30 hrs. Lectura de poesía
Sede: Bar del Puerto
Oscar David
Saúl Ordóñez
Karen Villeda
Sergio Loo
Benjamín Morales
Modera: Ángel Carlos Sánchez

Sábado 18 de julio
Ø 12:00 hrs. Presentación de revistas:
Sede: Casona de Juárez
Rodrigo Castillo (Tierra Adentro)
Benjamín Morales (Viento en Vela)
Sergio Loo (Oráculo)
Modera: Antonio Salinas

Ø 13:00 hrs. Lectura de narrativa y ensayo:
Sede: Casona de Juárez
Salvador Calva
Mauricio Salvador
Laura Zuñiga
René Rueda
Jorge Mendoza
Modera: Norma Quevedo

Ø 14:00 hrs. Presentación del libro Todas estas puertas
Sede: Casona de Juárez
Autora: Amaranta Caballero
Comentan: Jesús Bartolo y Carlos F. Ortiz
Modera: Juan Luis Nutte

Ø 16:30 hrs. Charla de Yuri Herrera
Sede: Casona de Juárez

Ø 17:30 hrs. Lectura de poesía
Sede: Casona de Juárez
Ulber Sánchez
Maricela Guerrero
Oscar David López
Saúl Ordóñez
Karen Villeda
Estefani Granda Lamadrid
Modera: Eric Escobedo

Ø 18:30 hrs. Mesa de análisis sobre poesía joven
Sede: Casona de Juárez
Jaír Cortés
Andrés Cisneros de la Cruz
Luis Paniagua
Modera: René Rueda

Ø 20:00 hrs. Presentación de la novela Los esclavos
Sede: Casona de Juárez
Autor: Alberto Chimal
Comentan: Juan Luis Nutte, Magali Velasco y Edgar Omar Avilés
Modera: Edgar Pérez
21:00 hrs. CLAUSURA
Sede: Casona de Juárez

Ø 22:00 hrs. Lectura de narrativa:
Sede: Bar del Puerto
Edgar Pérez
Iris Cuevas
René López Villamar
Alonso Guzmán
Salvador Calva
René Rueda
Edgar Omar Avilés
Maribel Castorena

Ø 23:30 hrs. Lectura de poesía:
Amaranta Caballero
Alí Calderon
Adriana Tafoya
Gabriel Brito
Iván Cruz
Ulber Sánchez
Jesús Bartolo

Ø 24:00 hrs. Lectura de poesía:
Estefani Granda Lamadrid
Carlos Cabrera
Ángel Carlos
Carlos Ortiz
Cecilia Juárez
José Manchegora
Antonio Salinas
Hugo Plascencia
Emilio Frosel
Leonardo Martínez

jueves, 9 de julio de 2009

Transversa (de Gema Santamaría)

Adriana Tafoya y Gema Santamaría durante la visita de la poeta nicaragüense a la Ciudad de México.


Texto escrito por Adriana Tafoya para la presentación del poemario

Empiezo con la pregunta que hace Chantal Maillard, filósofa pura y poeta:
“¿Y donde está escondido tu tesoro, Hainuwele?»me pregunta, burlona, la más anciana del poblado. Se refiere, lo sé, a lo que siempre buscan los hombres cuando vuelven del combate”


Este camino de transición que han sido los tres poemarios de Gema Santamaría (Piel de poesía, Antídoto para una mujer trágica y ahora Transversa) va formando una personalidad, y en este caso delinea también el carácter y perfil de la poeta. Antes de entrar en la profundidad de los versos invito a una reflexión, aunque breve, importante para comprender el trabajo poético de Gema:

El carácter femenino si es que lo hay, porque normalmente durante toda la historia lo que predomina son sus roles o modelos temperamentales —diría Carl Jung, el ánima— que muchos han asociado con la diosa blanca, de Robert Graves, es “el ideal de mujer”: la figura etérea que está marcada en el absoluto histórico de cualquier hombre y que se encarna en el primer amor que es la gran madre; la figura poética en que se procesará este sutil abstracto para seguir siendo reproducido en los cuerpos.

*


Previo a la presentación en la Casa de Juan, en el centro de Tlalpan.


Es muy notoria la intensión en la poesía —digamos masculina— de darle a esta ánima el carácter de cuerpo, creyendo que lo que pesará es la carne sobre la memoria: la fisonomía de los huesos. Este es el transcurrir femenino al que todavía nos enfrentamos hombres y mujeres: el limitado mundo de la mediación anatómica.

Y qué es piel de poesía, sino la superficie femenina; qué es el antídoto para una mujer trágica sino una gran cantidad de amor a sí misma. ¿Qué vendría siendo Transversa? Aquí cabe la importancia de esta reflexión y darnos cuenta que Gema está entregando un mapa: un panorama histórico del rol femenino, de esos roles femeninos inexistentes en una sociedad como la nuestra. Las mujeres de cualquier país, la mujer que habita en cualquier parte del mundo, la mujer universal no ha ejercido todavía la oportunidad de crearse otros roles: una personalidad o ideal a su imagen y semejanza, que le concierna, que le convenga, y sobre todo tener el interés para conformar el molde adecuado para sí misma.

Hacia este desarrollo apunta Transversa. Podríamos pensar que peca de “yoísta” el poemario, sin embargo, es más que necesaria esta posición para el crecimiento de una entidad completa. Santamaría habla de los usos y costumbres de la mujer común y corriente, y sin asumirse como tal, explota, se ataca por la necesidad que tiene de conocerse para entonces transversar los caminos que conducen a sí. La poeta nos dice a todos, que a veces para lograr el cambio, y tener más ramificaciones en la mente —ir más allá—, es necesario sufrir una fuerte crisis y tocar fondo. Y si no tocarlo, ahogarse, trastocarnos hasta perder el sentido, ¿y por qué no?, recurrir al suicidio, ser suicida, destruirse para que pueda salir el otro yo, el que no conocemos. Correr el riesgo de quedar incompletos. Gema deja claro que a veces es necesario cortarse la cabeza para cambiar de ideas.

Siendo el mundo tan amplio y complejo, lleno de cosas desconocidas y temas inexplorados, sería triste encontrarnos con una poesía femenina que termine recluida por el amor a cuatro paredes. Ese amor al otro (al mismo) comúnmente al amante. Qué pequeño sería el mundo femenino si quedará encerrado en un corazón de celofán.
*


Como los personajes en busca de un autor, de Pirandello, donde “el teatro dentro del teatro” es una fórmula que expone cómo se relacionan los roles en el escenario de la existencia con el creador de estos papeles sociales, Gema recurre a la misma fórmula, pero desde la óptica que ocupa Chantal Maillard: “el tema en busca de un tema”. El tema quiere salir del tema, trascenderse como objeto. Y el personaje sale de sí para empezar a crear.

“mamá yo no quiero ser bonita,
la bonita al final siempre se muere.
ser frágil es su única proeza”

escribe la poeta para cerrar la reflexión. Por otra parte la hechura de esta poesía transversa, se sostiene del mismo hilo que conduce su poemario anterior antídoto para una mujer trágica, la puntación sin mayúsculas ni separaciones: a la manera de un solo poema segmentado. Mantiene la calidad de su oficio en poemas de imaginativa manufactura: una mezcla de minimalismo con voluntad surrealista desemboca en paisajes cosmopolitas con rascacielos donde los humanos son moscas atrapadas en un cuarto de aire enfermizo.

Se convierte en el ciudadano enjaulado de cualquier metrópoli, se da cabezazos contra la página en blanco. La herida es —escribe en el poema Escarcha— una emperatriz roja que aparece en la hoja como la dama después de ser asesinada en el tablado de ajedrez. Así continúa este camino con logradas imágenes y versos de dolor (¿acaso insensible?, se cuestiona la poeta): pues la muerte se le ha vuelto tan trivial como el café de la mañana.

Anatomía del abismo, Cajita de música, 10:30 de la mañana y aún no estamos listos, brevísimas y visita número tres, son poemas de elegante bordado que al leerlos provocan placer. Gema vuelve a anotar puntos con este bello y nuevo poemario confidencial, donde a pesar de los paisajes compuestos por luces de neón y espectaculares; donde el dolor es moderado y todo sucede en confortable frialdad, también existen atmósferas con aliento misterioso que excita la turbación e incertidumbre, como la que provoca lo desconocido: el manto silencioso con que se envuelve la muerte. Y esto es lo que da magia a su poesía.

Y qué mejor manera de cerrar mi disertación, que con estos versos de Gema Santamaría: “Si hay un moño negro regalando muerte en la entrada de tu casa. Shhhh. Duerme. Cava. Cava. Saca la lengua, lechosa y ácida. Siempre el pozo estuvo ahí. Temblando en un vaso de agua”.

domingo, 29 de marzo de 2009

Menguante*




Adriana Tafoya, Yolanda Aguirre y Óscar Wong,

en el Museo Mural Diego Rivera.



(Días del onanismo poético)


Mujer no seas fiel al miedo: guarda a tu madre en un cajón. YA



Me parece importante comentar sobre el contenido ideológico de la poesía. Aquí tenemos poemas de amor a la naturaleza femenina, y al fin y al cabo, a la naturaleza creadora de sí misma. Al menos, esa era la primera intensión: poemas sutiles y cortos como dentro de un cuerpo multiorgásmico deshojándose libro:

Este libro rosa, a manera de calendario o diario personal, “Menguante”, de Yolanda Aguirre, nos da en sus cincuenta y cuatro páginas una ventana abierta (la de su casa) para mostrarnos su itinerario; una semana que comienza por el viernes para desatar su fin en un jueves medroso, en el cual escribe un poema titulado “seis días y siete noches”.




La intensión fundamental (a manera de propuesta) es entregarnos 28 lunas con sus respectivas emociones, como lo son el miedo, el dolor, la tristeza, la felicidad, los celos. Aguirre, nos regala este su primer libro y hace que surja una pregunta, en este tiempo tan vigente: ¿habría que replantear la poesía femenina?




Lo que es notorio en la poesía de Yolanda, sobre todo en los primeros días de este diario cotidiano, es una sensualidad y sexualidad subliminal, influencia, en parte, de la poesía sáfica, en poemas pequeños, seductores, donde es esencial el cunnilingus a la rosa, la lengua al “Deleite privado” y el erotismo que se encuentra en un hombre que bebe su propio semen. Cito: “Vienes del sueño, me encuentras lechosa, bebes, dejando lagunas en cama, penetras, entre luces de pájaros y árboles”. Hay un erotismo masculino donde la dama llueve y también se convierte en semen; y canta como tal: sobre todo en el siguiente verso, que utiliza a manera de frase o cita: “me enamoré como se enamoran las mujeres inteligentes, como una idiota”. ¿Tiene que ser necesariamente lo femenino un reflejo de la creación masculina?, ¿será el rol femenino creado algún día por las mujeres?







La poeta trata de resolver estas preguntas y nos lleva por su bitácora: logra poemas delicados, redondos, frutales, austeros, y a la vez, jugosos y minimalistas, por así decirlo; los logra por el buen sentido en el acomodo. Versos que coquetean con el aforismo, dentro de una poesía sutil, vivencial y costumbrista que empieza por el fin de semana: el viernes, donde a manera de recetario habla del erotismo del día, nos da la lista de ingredientes para encontrar al príncipe azul y no necesitarlo. Pero para el sábado, el erotismo se transforma en desilusión, en rompimiento, cito: “construí una casacorazón, casa de segunda en segundo piso, pero no fue nuestra, ni siquiera pudo ser amor", o en el poema “La tarea”: “Cuánto afán en un beso furtivo, el fin es tragar la soledad que nos sale por la boca”. Soledad que se vive aún conviviendo en pareja, pues la desolación radica en la mente.




Para el domingo da otro giro, en “Saudosa”, despierta el deseo de la libertad sexual, la libertad de hacer el amor en los autobuses, en el metro, en las calles, en los aviones. “Como un girasol que busca y se apaga tanta comezón en el ombligo”. Se encuentra en estos poemas dominicales, lo contradictorio de la unión y el desprendimiento, del coito y la despersonalización de los seres, sin ánimo propio, sin voluntad, confinados a moldearse engranes para la gran maquinaria sin esencia, cito: “Me canso, sucede y nada tiene de particular, sin reflejo, sucede que no miro, que no me encuentro, sucede y nada tiene de particular”.




La poeta se escapa de sí misma para refugiarse en este poemario sensorial lleno de sentimientos, que quizá fue escrito en “Junio”. ¿Qué nos dice este libro de Yolanda? Que la tristeza es más fuerte que nosotros y no podemos desaparecerla, pues es un virus que corroe la sangre. Sigue el discurso por la pasión triste. El canto sin expectativas de lo que no tiene esperanza, ni espera, cito: “Las ilusiones como los cristales siempre terminan por romperse”. Así, nos hace ver que no hay lugar en este mundo para mujeres frágiles, como lo manifiesta en este poema: “Yo no soy Silvia Plath, ni meteré la cabeza en el horno, no soy Castellanos y electrocutada no moriré, no Anne intoxicada en la cochera, no Virginia ahogada en el río, tampoco en el mar Alfonsina, No, sólo estoy algo triste”. (Y efectivamente, ya no hay lugar para la fragilidad y la tragedia personal en un país donde otros te la procuran).




El discurso poético del domingo concluye con nostalgias sexuales: “No sé que extraño más, si las furiosas embestidas o los besos en la espalda”, escribe Aguirre para presentarnos un lunes que se transparenta lúbrico, bisexual, con cultos cantos a lo fémino, a la llegada del primer derrame, donde somete al género femenino a una exploración del yo fisiológico, del yo anatómico, o al intento de desgarrar el mito del huevo menguado en el vientre: “¿Acaso desconfías porque sangro?”, pregunta en el poema “Menguante”, que da título a este libro.




El martes, a manera de comentarios en la agenda lunar, habla de la alevosía, de los celos, la indiferencia; los poemas se retuercen testimoniales, como en el que lleva por título: “¿Cuántos egos caben en tu yo?”, pero desde la óptica masculina: ¿tendrá que ser el amor femenino resultado de la mutilación del cerebro? ¿Será que el ego de todos los hombres cabe en el “corazón” de una mujer, sabiéndolo acomodar?




Para el miércoles hay una serie de poemas con un deseo tormentoso por alcanzar la belleza; sin embargo nos involucra en una prosa, tal vez a su madre, “Orelia”, pues al parecer es una especie de apéndice secreto dentro del libro, que seguramente la poeta no retiró por ser aún órgano vital, por su valor estimativo.




El jueves toma aire de poesía naif. Habla de manera reflexiva en el poema llamado “Libertad”, que dice: “Ahora para hacerlo, ni le pienso, ¿pero en qué pienso mientras lo hago?, en mi madre soñando con un vestido blanco, de novia inmaculada”. Si replantear la poesía implica cuestionar lo que nos han enseñado nuestra madres, quizá hay no sólo que esconderlas en un cajón, sino varios metros bajo tierra, para que no vengan a invadirnos sus fantasmas, como lo dijo Yolanda el jueves pasado: “Mujer no seas fiel al miedo: guarda a tu madre en un cajón”.

“En seis días y siete noches” todo puede ocurrir, incluso el Armagedón, así como también la poiesis misma de un mundo: este poema a manera de conclusión nos muestra una poesía aún condicionada por la Luna y por la elevada de las mareas. Sin duda este es un poemario para lectoras o lectores, donde el amor y la familiaridad son el eje central de su horario cotidiano. “Espero no olvidar las llaves ni sacar la basura”, recuerda Aguirre antes de cerrar la ventana de este poemario que nos hace reflexionar sobre el peligro que corremos: no vaya a ser que la novia, madre inmaculada, venga por la noche, nos guarde en su cajón, y no podamos salir de él jamás.





*Texto leído en la presentación el poemario de la poeta regia.

sábado, 24 de enero de 2009

Cadáver con ciruelas sobre un lienzo azul

Al que sabe caminar en el frío.

Vibrante
—vibrante humo hierve
índigo azula en las calderas
balcones con herrajes
entre pasillos paredes desteñidas
mojados pasadizos
por escalerillas y desvanes
vibrante azul
en las grasas crenchas
de esta ciudad.
No piensa
es sólo humo vibrante
hidratando los hermosos harapos de la pobreza
sobre los delicados cuerpos del hambre
azulaba
azulaba
entre el polvillo de los libros
las espadas
metal y sangre, todo Eterno se hace polvo
no hay camino oculto
tenemos hambre
en nuestras bocas
son plegarias los insultos,
los silencios son piedad.

Azuloso vibrátil
el humor que cristaliza
dentro de las casas rotas
donde se amortajan
feroces, los amantes de lo feo
tremendistas los malditos, las amargas.

Con los efectos de la mugre, somos otros
un desgarre de lienzos polvorientos.

Será que sólo vemos hacia abajo, como los muertos
sólo nos es permitido mirar hacia atrás.

Azula
—todo azula en plena descomposición
la miseria, en los labios sabe a centavo
a cobre azul
a pan azul y fría anestesia
medio rostro dormido
para reconocer que somos otros
con los rasgos de la anemia, somos otros
pero hermosos, frágiles (como las naranjas
que azulan sus óxidos) para la inquietante belleza del hambre,
soles muertos del invierno, pulpa de cadáveres
moliéndose
—sobre estos ferrosos techados—

nieve de azulada sal
nieva azulada sal.


(Ciudad de México, invierno de 2008.)

NOTA: El poema originalmente tiene otro acomodo, pero el blog no la respeta.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Presentación de Sangrías

El tercer poemario de Adriana Tafoya, Sangrías, se presentó en Donceles 66, con un delicioso vino de honor, muy al tono de la noche. Los ponentes fueron diversos, los puntos de vista también, pero toodos coincidieron en la fuerza lírica y simbólica de la poeta mexicana.

El fractal caleidoscópico, rojizo, casi espejo de agua tinta en una copa, vertió los discursos de Alicia Quiñones, coeditora del suplemento cultural de Milenio Diario, El Laberinto, que argumentó el libro con un carácter que condensa las voces de "tantas" mujeres que han sido mutiladas o sometidas, y que en este poemario adquieren una forma de "liberación" de lo abstracto a lo concreto, a manera de mujeres posibles.


Horacio Romero, editor de Ediciones El Aduanero, feliz dijo haber editado el libro a partir de un encuentro en la calle en un cartel del poema "El matamoscas del Lesbia", el cual lo motivó cuando conoció a la autora a editar el poemario.



Una parte del público de esa noche.

Iliana Godoy habló de la referencia "maldita" que encontraba en los textos, aunque la autora aclaró más tarde que había una diferencia entre "maldito" y "malicioso".


Andrés Cisneros de la Cruz, Alicia Quiñones, Horacio Romero, Adriana Tafoya, Iliana Godoy y José Manuel Ruiz Regil.

Andrés Cisneros de la Cruz realizó un desgloce fonético de los poemas de Adriana para esclarecer un poco la fuerza de los versos, que tanto ha resonado en torno a su poesía. Así, con la contundente lectura de la poeta, concluyó la noche bajo la moderación amable del escritor y músico José Manuel Ruiz Regil.



Adriana, durante la presentación.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Presentación del poemario

Esta semana
VersodestierrO
Ediciones El Aduanero
y Donceles 66
presentan
"Sangrías"
tercer poemario
de Adriana Tafoya.
Esperamos tu asistencia.
Habrá vino de honor.
Entrada libre

lunes, 2 de junio de 2008

Borbotón editorial

Recién editado por El Aduanero (de Horacio Romero) en una edición elegante con papel algodón y el título resaltado en plata con un fondo vino, llega el tercer libro de la poeta mexicana: Sangrías. Aquí algunos de los comentarios sobre el provocativo libro.







Adriana Tafoya tiene, respecto al infierno, derecho de picaporte. Entra y sale de él cuantas veces le parece necesario. En este movimiento, su numen asume la encomienda de ponernos en relación con el lado oscuro de la sangre, la podredumbre que atraviesa de puntitas por la sala o la crónica de cómo un padre "rompió una paloma". Posee, además, la virtud de rescatar para la poesía toda esa realidad ―no sólo de brasieres, calcetines y pantaletas, sino de sangrías, eyaculaciones y "feroces improperios"― que se despliega en los escondrijos de la cotidianidad. Adriana realiza esos terroríficos itinerarios al averno ―a un báratro sito a lo largo y a lo ancho del aquende― porque "no podemos disimular nuestra basura".


Enrique González Rojo





La fuerza o contundencia de este libro Sangrías, de Adriana Tafoya, está marcada desde el primer poema Sanguíneas I. El poema en cuestión es un verdadero epígrafe, por que contiene lo que trata, lo que consanguíneamente resuelven todos y cada uno de sus 18 poemas componentes. Familia breve, si se quiere, pero sangrante. No deja cielo sin herida, es una gran metáfora que le da "una especie de eternidad al estilo", según dice Proust a propósito de Flaubert. En Sangrías la autora le confiere esa cualidad. Todo es sangre, aunque "decolorida", la que fluye las heridas que trasiegan al libro. Esas metáforas internas que dan cuerpo a los versos nos elevan a un nivel de emoción; anhelo supremo de la poesía. Adriana Tafoya se une aquí a una tendencia que le es favorable, el "yo pancreator", la primerísima persona, "apago la luz / mis ojos se mueren / con el zumbido de un pájaro / que me traga / que me esparce", la que habla, la que escribe, la que da de sí con intensidad, sin reticencias, poemas cuyo fuero interior nos somete, nos hace sus convictos.


Raúl Renán





"Sangrías" es la incursión más que desafiante, directa de la poeta a situaciones incómodas, es la forma de quebrar aquello que se encuentra obstaculizando la respiración con versos como piedras y vientos de esquirlas cristalinas, el paso del lector se convierte en una pesadilla, diversas realidades como el apenas sugerido desprendimiento de la vida, el incesto, el abuso sexual, provocan el horror. Un lenguaje de ratas, sangre deslavada, gangrena, amputadas piernas aparece a lo lago del cuerpo poético, la poeta pocas veces tiene compasión, en muy pocos momentos nos provee de imágenes donde la bondad levante la mano.
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Refugio Pereida
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Adriana Tafoya es una poeta que no reniega de su genética demoníaca. Para cumplir su misión; le es permitido caminar entre los hombres a fin de mostrarles los paisajes del Seól que todos llevan dentro. Su poética es un conjuro que se invoca, forzosamente, desde la concentración de las tinieblas, su alquimia, refleja veneración por los malos hábitos, a la vez que se propone alcanzar, un exquisito refinamiento de las perversidades que opacan el espíritu humano, sí, pero también, y al mismo tiempo, dan cuenta de su capacidad de renovación. Sangrías es un libro rojo, sangre del autor que ha sido derramada para todos nosotros. En este compendio, Tafoya se ocupa de estudiar, acuciosamente, a través de 18 poemas, la miserable condición del hombre contemporáneo, más allá de las corrientes realistas y bien lejos del drama vulgar que por desgracia parece dominar la poesía existencial del presente.


Ramsés Salanueva


Lo puedes encontrar en El Atrio (Orizaba 127. Roma), El Hallazgo (Maz atlá.ondea)El Péndulo (Nuevo León 115. Condesa), El Laberinto (Donceles 74. Centro). Y en los cafés, bares, cantinas, calles, camiones, micros y en el metro, de mano en mano, por todo el DF.